En una época los diarios contrataban personas muy educadas y minuciosas que realizaban el arduo trabajo de revisar y corregir los errores de los artículos periodísticos. Con el advenimiento de las computadoras y de los procesadores de texto, estas personas perdieron sus empleos.
El problema de los procesadores radica en que están pensados para que lo usen los imbéciles. Por lo tanto tienen funciones de autocorrección y auto-completar que pueden ser muy útiles para un idiota, iletrado y apurado pero nefastas para una persona culta, creativa y de amplio vocabulario.
Nunca sabremos si la persona que escribió originalmente este copete es simplemente disléxico, se le cruzaron los dedos en el teclado (a toods nso psaa) o realmente sabe que existe un lugar hecho de oro (que dicho sea de paso es más barato que el metro cuadrado en Caballito). Lo que sí sabemos es que son tan soberbios y tan crédulos que piensan que si el oligofrénico corrector del Word no les encontró ningún error, nosotros los lectores tampoco nos vamos a dar cuenta.
Como lectores debemos dejar bien en claro que no vamos a aceptar que nos vendan basura, ni el pescado podrido, ni que nos amenacen con que van a subir los precios después de tal o cual evento electoral. Tampoco podemos permitir que una corporación nos diga todas las mañanas los que "tenemos que saber antes de salir de casa".
Corrijanme si me equivoco.
El problema de los procesadores radica en que están pensados para que lo usen los imbéciles. Por lo tanto tienen funciones de autocorrección y auto-completar que pueden ser muy útiles para un idiota, iletrado y apurado pero nefastas para una persona culta, creativa y de amplio vocabulario.
Nunca sabremos si la persona que escribió originalmente este copete es simplemente disléxico, se le cruzaron los dedos en el teclado (a toods nso psaa) o realmente sabe que existe un lugar hecho de oro (que dicho sea de paso es más barato que el metro cuadrado en Caballito). Lo que sí sabemos es que son tan soberbios y tan crédulos que piensan que si el oligofrénico corrector del Word no les encontró ningún error, nosotros los lectores tampoco nos vamos a dar cuenta.
Como lectores debemos dejar bien en claro que no vamos a aceptar que nos vendan basura, ni el pescado podrido, ni que nos amenacen con que van a subir los precios después de tal o cual evento electoral. Tampoco podemos permitir que una corporación nos diga todas las mañanas los que "tenemos que saber antes de salir de casa".
Corrijanme si me equivoco.
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1 comentario:
Bueno, Clarin nunca fue referente de calidad en casi ningun aspecto. Lo irónico es que la revista Ñ tiene una seccion "Cuidemos el idioma" donde dan claves sobre los errores gramaticales y ortográficos mas comunes. Haz lo que yo digo y no lo que yo hago.
En en el resto de la edicion de Clarin faltan signos de puntuacion, hay errores de todo tipo. Tal vez es para seguir la moda de los mensajes de texto, el terror de la Real Academia Española.
Más que en el diario me molestan los errores en los libros. Losada y Sudamericana, dos de las más importantes editoriales argentinas, publican ediciones especiales de clásicos de la literatura (así parece al menos por la estética de la cubierta y por el precio). A pesar de que no soy tan exigente con eso, no soporto leer 5 o 6 errores de tipeo por página. Y eso es, hay que decirlo con la palabra justa, de puro pajeros que son que no se toman el tiempo de hacer una revision del texto. Hasta el perrito imbécil del Word los podría detectar!!!
Pero total... no vale la pena. El boludo igual paga la edición cara y despues que le vaya a cantar a Gardel.
Así estamos...
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